viernes, 13 de febrero de 2015

LA IZQUIERDA EN CRISIS

JOSÉ MARÍA CARRASCAL ABC
La mejor prueba de la crisis que vive la izquierda es que apela a su arma más vieja, a la bomba atómica política: la revolución
LO que estamos presenciando es una crisis no sólo del PSOE, sino de la entera izquierda española, y puede que europea, aunque, al ser el PSOE nuestro principal partido de izquierda, acapara el interés.
Pero para crisis, la de IU, rota interiormente y a punto de ser deglutida por Podemos.
Sin que Podemos se libre, pues, pese a su férrea disciplina interna, presenta grietas por el caso Monedero, que irán a más conforme se conozcan detalles. La izquierda, la gran beneficiada teórica de la crisis, es la gran perjudicada. ¿Por qué?
Para responder a esta pregunta basta examinar lo que le ocurre al PSOE.
Por muchas razones que Pedro Sánchez tuviera para destituir a Tomás Gómez –que seguro las tuvo, en otro caso estaríamos ante un suicidio político–, lo que ha fallado es la forma. Estas batallas internas se resuelven discretamente, a puerta cerrada, sin armar ruido, para facilitar una salida digna, y no por decreto.
Lo que quiero decir es que, más que «un golpe de autoridad», lo que ha hecho Sánchez es poner en evidencia la división interna del partido, ante lo que la gente se pregunta: «Si no saben resolver sus problemas, ¿cómo van a resolver los del país?».
Una formación política, si es amplia y fuerte, puede aguantar todos los envites de fuera. Lo que no puede aguantar son los que le llegan desde dentro. De ahí que dude que Sánchez haya «afianzado su liderato» con esta medida, como dicen algunos. Lo que sí sé es que ha abierto un frente a sus espaldas, que es lo que él y su partido menos necesitan.
Pero no es sólo el PSOE, como les decía, el que se halla en crisis, sino la entera izquierda. ¿Por qué? Pues por algo tan simple como que no tiene soluciones para la gran crisis que atravesamos. Lo único que saben decir sus dirigentes es que, cuando lleguen al poder, revocarán todas las medidas que han tomado los gobiernos conservadores. O sea, volver a la situación anterior, que condujo a la crisis. Cuando no nos salen con ideas tan peregrinas como ese estado federal que propone el PSOE como remedio de todos los males, que espero no crea él mismo, pues si lo cree están en peor condición de lo que aparentan, viviendo ya en el reino de la fantasía.
Aunque la mejor prueba de la crisis que vive la izquierda dentro de la gran crisis económica es que apela a su arma más vieja, a la bomba atómica política: la revolución. Poner todo patas por alto y empezar prácticamente de cero. Es lo que propone Podemos y lo que intenta Syriza en Grecia. Sin darse cuenta de que el tiempo de las revoluciones ha pasado en Europa, e incluso empieza a pasar en Hispanoamérica. Por experiencia, los europeos sabemos que las revoluciones, ese gran experimento idealista de crear el Estado ideal y alcanzar la utopía, acaba en más miseria y menos libertades. El paraíso en la Tierra no existe, como se demostró en la Europa del Este.

Es la consecuencia de haber leído al Ortega de Nicaragua, en vez de al nuestro, que hace casi un siglo escribió «El ocaso de las revoluciones».

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