domingo, 19 de abril de 2015

MADURO SE QUEDA SIN EXCUSAS


El último y tal vez único eslabón de la legitimidad del chavismo ha sido que oficialmente ganaba las elecciones.
El relato que desvela el corresponsal de ABC en Washington, Emili J. Blasco, de la probable manipulación de la jornada electoral del 14 de abril de 2013 pone en cuestión la limpieza de la victoria de Nicolás Maduro.
Según el testimonio del que fuera jefe de seguridad de Diosdado Cabello, «número dos» del régimen, no solo se manipularon las instituciones y se atenazó a los medios de comunicación, sino que sencillamente se pudieron falsificar los datos para anular la que hubiera sido una victoria electoral del candidato de la coalición opositora Henrique Capriles.
Tan graves son las acusaciones, que Caracas debiera demostrar con pruebas la probidad de aquel resultado.
Las características técnicas del sistema electrónico de votación han sido uno de los pilares del régimen chavista.
De hecho, el mal uso que se ha hecho sistemáticamente en Caracas de este procedimiento debería servir para poner en duda cualquier consulta llevada a cabo en aquel país, sobre todo cuando buena parte de las salvaguardias institucionales han sido anuladas por los abusos del chavismo.

En Venezuela no es un secreto que el Gobierno puede tener datos incluso del sentido del voto de cada ciudadano.
Es decir, que a pesar de que el descontento de la población venezolana es evidente, el régimen podría disponer de un sistema para garantizar que, sea cual sea la voluntad real del cuerpo electoral, siempre podrá producirse un estratégico «apagón» informático para decantar los resultados a su favor.
El Ejecutivo de Caracas debe dar garantías de que eso, hoy por hoy posible, nunca ocurrirá.

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