lunes, 20 de noviembre de 2017

Pablo Iglesias muere matando


Pablo Iglesias muere matando

No hace mucho, aunque parezca un siglo, todos nos mofábamos de Pedro Sánchez por dejarse mangonear por Pablo Iglesias. Gracias a Felipe González y buena parte de los barones, comandados por Susana Díaz, España se salvó por la campana del Gobierno progresista apoyado por los nacionalistas que había urdido el líder de Podemos con la complacencia del secretario general del PSOE. Al líder socialista lo escabecharon por ello, pero según parece, ha vuelto al frente del partido con la lección aprendida. De hecho, el papel del PSOE ha sido esencial para aplicar el artículo 155 y desbaratar el golpe de Estado.
Pedro Sánchez ha debido sufrir en sus carnes por apoyar a Rajoy. Pero su actitud ha sido impecable. Volverá a las andadas, pero en la crisis catalana se ha mostrado como un hombre de Estado, como el líder que necesita el PSOE para salir del atolladero en el que se encontraba. Y, según todas las encuestas, el resultado no puede ser mejor. Se acerca al PP y se distancia de Podemos. Ahora, el “sorpasso” que soñaba Pablo Iglesias a costa de los socialistas lo sufre Podemos a manos de Ciudadanos, que, gracias a su clarividencia ante el desafío secesionista, se ha convertido en la tercera fuerza política por el hundimiento del partido morado que pierde un tercio de su electorado. Es la factura de la crisis catalana.
El desafío secesionista, sin duda la mayor crisis institucional de los 40 años de democracia, puede tener una consecuencia positiva, como es el desmoronamiento de Podemos. La soberbia, el narcisismo, el autoritarismo y, en especial, el fanatismo de Pablo Iglesias están aniquilando el futuro del partido morado. El iluminado líder populista no ha podido resistir echarse en brazos de los separatistas al convertirse el “procés” en un movimiento revolucionario, antisistema, contra la Constitución y contra el Gobierno del PP. Su afán por destruir el “régimen del 78” le ha ofuscado y le ha llevado a gritar el día de la Diada “Viva Cataluña Libre”, burlarse de la Constitución, llamar presos políticos a los “Jordis”, los delincuentes que asaltaron la Consejería de Economía, y pregonar hasta la saciedad la memez del derecho a decidir. El resultado ha sido catastrófico: Podemos solo tiene futuro en Cataluña bajo las faldas de Colau y en el resto de España sus expectativas electorales se despeñan.
El egocentrismo y autoritarismo de Pablo Iglesias están aniquilando al partido que pretendía ser la referencia de la izquierda española. Ha purgado a todas las voces críticas de Podemos: Errejón, Bescansa, Tania Sánchez, Luis Alegre…Sus intervenciones parlamentarias, que por un tiempo resultaron brillantes, se limitan ahora a insultar zafiamente a todo el Hemiciclo “constitucionalista”: PP y Ciudadanos, por supuesto, pero también al PSOE. Ya solo le ríen las gracias los golpistas catalanes y apenas la mitad de su bancada. Empieza a quedarse solo.
Cataluña puede ser la tumba política de Pablo Iglesias. El amigo de Maduro, Castro y Otegui, ahora lo es de Puigdemont y Junqueras. Es el tonto útil. El 21 de diciembre, quizás salve la cara a la sombra de Colau. Pero en el resto de España ha podido firmar su sentencia de muerte. No hay mal que por bien no venga.

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