viernes, 3 de noviembre de 2017

Por principios Los valores y creencias son cimientos sobre los que debe alzarse una sociedad fiable con ciudadanos que tienen la legítima aspiración de progresar. En la actividad política los principios adquieren, si cabe, mayor relevancia. No está de moda pero ser coherente, previsible y cumplir con lo que te comprometes con los ciudadanos ha sido el motor de mi trayectoria política y trabajaré para que así siga siendo.



Sobre el autor
Isabel Bonig
Nacida en Castellón de La Plana el 25 de febrero de 1970 es licenciada en Derecho por la Universidad Jaume I de Castellón con la calificación de Premio Extraordinario. Su trayectoria política comenzó en 2003 como asesora del conseller de Presidencia y más tarde y hasta 2007 asesoró al conseller de Cultura, Educación y Deporte. Su primer gran logro fue convertirse en alcaldesa de Vall d´Uixó en 2007 con una mayoría absoluta que revalidó en 2011. Ese mismo año dejó la Alcaldía para encabezar la Conselleria de Infraestructuras, Territorio y Medio Ambiente, puesto que desempeñó hasta 2015. En la actualidad es presidenta del Partido Popular Comunidad de la Valenciana, desde julio de 2015, y Portavoz del grupo parlamentario popular de las Cortes Valencianas.

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El acto final del órdago separatista de Carles Puigdemont al Estado de derecho lo han protagonizado los constitucionalistas. Aquellos partidos políticos que asumen que el mandato popular que recibieron en las urnas les impele a mantener la legalidad en España son mayoría abrumadora en las Cortes Generales y, por ello, la aplicación del artículo 155 de la Constitución para restaurar la convivencia democrática en Cataluña salió adelante con holgura.
Los partidos nacionalistas y Podemos quedaron retratados en esa votación al oponerse a aplicar la Constitución, la misma Carta Magna que permite su existencia. Es un contrasentido ir contra el sistema desde dentro del mismo y la formación de Pablo Iglesias se ha convertido en especialista en abrigar desafíos como el del expresidente catalán que, de no cortarse de raíz, llevan a un pueblo al desastre.
Es grave que esta formación condicione hoy en día los Presupuestos de la Generalitat Valenciana por la debilidad del Ejecutivo autonómico que preside Ximo Puig que necesita su apoyo parlamentario para seguir al frente del Consell. Lo más duro, sin embargo, es que Puig, en el propio Gobierno valenciano, coexista con Compromís. Siempre destacamos el alma nacionalista del partido que lidera Mónica Oltra pero su negativa a aplicar el 155 ha acelerado su verdadera hoja de ruta que no es otra que el independentismo.
Los valencianos están ahora mismo en manos de los anticonstitucionalistas porque Ximo Puig ha sido capaz de equiparar a quienes defendemos la Carta Magna y la democracia con quienes solo estimulan actitudes dictatoriales al margen de la ley. Puig se ha desviado así de la línea de seriedad exhibida por el PSOE en esta grave crisis institucional. Todo por un cargo.
Es impensable que podamos acabar la legislatura gobernados por Podemos y Compromís y con un PSPV a merced de sus socios. No merecemos ese castigo y tampoco comenzar a explorar la senda que se abrió en Cataluña hace décadas y que les ha llevado al desastre. La Comunidad Valenciana no es refugio de independentistas, siempre ha sido una región abierta y acogedora y no endogámica y corta de miras.
He expuesto esta situación por carta al presidente Puig para explorar todas las posibilidades que faciliten un acuerdo entre el PP y el PSPV porque el actual Gobierno valenciano está agotado y es insostenible. Compromís ha roto con la Constitución y por lo tanto ha roto también con los valencianos y el orden democrático.
Ximo Puig ha fallado ya a la Comunidad Valenciana pero está a tiempo de romper con sus socios y restaurar la conciencia constitucional que está ausente en Compromís y Podemos. El fraude político de quienes representan a instituciones regidas por la Constitución y votan en contra de ella es mayúsculo y no podemos consentir que se ponga en riesgo la convivencia con posturas extremistas y alejadas de la legalidad.
La segunda autoridad en la región es Enric Morera, presidente de las Cortes Valencianas, y se ha mostrado favorable a “superar” la Constitución a la par que considera al PP un peligro para la democracia. Es un fiel reflejo del camino andado por Compromís, su formación, hacia el objetivo de la independencia y con el ejemplo de nuestros vecinos del norte. Han comenzado el adoctrinamiento en las aulas, eliminan la educación concertada, los conciertos sanitarios y laminan las tradiciones. Hay que hacer saber que ésto ya sucede en la Comunidad Valenciana donde la libertad de elección de los ciudadanos se está reduciendo de forma progresiva.
Damos la voz de alarma y en nuestro papel de oposición pedimos responsabilidad al PSPV porque es la única formación con proyecto nacional, junto al PP y Ciudadanos, aunque el proceder de Puig invita a pensar que los socialistas valencianos están más cerca de ausentarse de ese rol –como en su día hizo el PSC– que de integrarse en las políticas que piensan en el conjunto de España y en la igualdad de sus ciudadanos.
Si los dirigentes políticos no son capaces de ser un bloque homogéneo en la defensa del Estado de derecho los valencianos tenemos un grave problema. Y Puig debería ver claro que no puede compartir Gobierno con quienes, como los líderes de Compromís, niegan su apoyo a los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado o critican a los jueces cuando dictan sentencias que no les convienen.
El mejor retrato para Compromís y Podemos fue ver su votación en el Senado contra la aplicación de la Constitución junto a formaciones como ERC o Bildu y defender durante el proceso separatista a quienes se fotografían con Otegi como si fuera un hombre de paz. Esa espiral de radicalidad solo puede llevar a la fractura social y Ximo Puig debe decidir entre seguir amparando a sus socios sectarios y subyugar a los valencianos o volver a la senda de la concordia y la discrepancia democrática. Estamos a tiempo de arreglarlo President.

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