La industria del algodón y la
primera siderurgia necesitó de miles de trabajadores agrícolas en paro. El
éxodo rural (menor que en Inglaterra y en otros países europeos) se incrementó
a partir de 1830 e hizo crecer los barrios periféricos de las ciudades (sin
infraestructuras y servicios y unas viviendas improvisadas),focos de miseria y
enfermedades infecciosas (tuberculosis y cólera).
Jornadas laborales de 12 a 14
horas, sin seguridad preventiva, con accidentes frecuentes y sin otro descanso
que los domingos. La vida media de los obreros catalanes era de 19 años cuando
era de 40 para la clase alta bar-celonesa.
Trabajaban por igual hombres,
mujeres y niños de hasta 6 y 7 años, con salarios muy bajos (aunque superiores
a los del campo). El analfabetismo era generalizado, afectando al 69% de los
hombres y al 92% de las mujeres. Una crisis hacía caer las ventas y los
despidos se multiplicaban; el paro conllevaba hambre y enfermedad. Con
frecuencia se generalizaba la percepción de que las oleadas de inmigrantes a
las ciudades constituían un peligro social.
El desarrollo de la industria
supuso el desarrollo del MOVIMIENTO OBRERO EN ESPAÑA.
Desde 1832 el vapor se incorporó
a las fábricas. El inicio de la mecanización produjo la eliminación de puestos
de trabajo (origen de algunos movimientos luddistas: por ejemplo el incendio de
la fábrica Bonaplata en Bar-celona en 1835).
Ante el paro, surgieron entre los
trabajadores las sociedades de ayuda mutua y se difundieron entre ellos las
ideas de los socialismos utópicos.
Hasta 1854 la mayor parte de los
obreros hicieron causa común con sus patronos en la defensa del proteccionismo
(las crisis industriales y los bajos salarios los achacaban a la competencia
inglesa) y sus reivindicaciones laborales se centraron exclusivamente en
salarios, seguridad en el trabajo y la reducción de sus horarios labora-les. No
se planteaban la necesidad de un sindicato o de un partido político que
atendiera específicamente a sus reivindicaciones
Es a partir de 1848 cuando
comenzaron a vincularse las reivindicaciones obreras con las ideas democráticas
y republicanas, apartándose así del liberalismo progresista. Las movilizaciones
obreras así se desvincularon de las reivindicaciones de sus patronos.
En 1854 se generalizaron las
protestas contra la introducción de las hiladoras y tejedoras mecánicas
(selfacti-nas), se produjeron enfrentamientos de los trabajadores con el
ejército y sufrieron la represión gubernamental.
El dirigente obrero José Barceló
fue ejecutado, la reacción: una huelga general que paralizó Barcelona (julio
1855). Después de diez días de lucha en las calles, los dirigentes obreros
llegaron a un acuerdo con el Gobierno: se mantendrían los sueldos y los
convenios colectivos hasta que las Cortes aprobaran una nueva reglamentación
laboral. Dos líderes obreros expusieron en Madrid, ante el Congreso de los
Diputados, sus quejas (avalados por un escrito respaldado por 33.000 firmas de
todo el país). Pedían:
*.- el reconocimiento del derecho
de asociación.
*.- la reducción de la jornada
laboral a diez horas.
*.- el mantenimiento de los
salarios.
*.- el derecho de negociación
colectiva.
*.- y el establecimiento de
tribunales paritarios para dirimir los conflictos.
El proyecto de Ley del Trabajo
que aprobaron las Cortes solo estableció:
*.- la media jornada para los
niños y un máximo de diez horas de trabajo para los menores de 18 años.
*.- limitaba las asociaciones de
trabajadores al ámbito local siempre que no excedieran de 500 miembros.
*.- legitimaba los convenios
colectivos sólo en las empresas de menos de 20 trabajadores.
*.- y establecía Jurados
integrados solo por patronos para arbitrar los conflictos laborales.
Ante esta situación, se
generalizó en Cataluña la necesidad de un triunfo republicano para que pudieran
verse satisfechas las reivindicaciones de la clase trabajadora. En Andalucía
los grupos republicanos y socialistas plan-tearon la República como única
fórmula política válida para lograr la solución de los problemas agrarios de
Andalucía.
Progresivamente el movimiento
obrero fue politizándose: apoyando a los partidos demócrata y republicano
(incorporando éstos partidos, en sus respectivos programas, algunas de las
reivindicaciones obreras).
Durante los años de GOBIERNO DE
LA UNIÓN LIBERAL se prohibieron las asociaciones obreras.
Las Academias obreras se ocuparon
de la formación cultural y de la concienciación política de los trabajado-res.
En ellas, además, los trabajadores recibían clases de aritmética y de gramática
y discutían los problemas de las fábricas y las ideas socialistas
A partir de 1863 volvieron las
movilizaciones obreras, ya abiertamente politizadas.
Los dirigentes obreros, y los
intelectuales próximos a las reivindicaciones obreras, participaron activamente
en las sucesivas conspiraciones que demócratas y republicanos urdieron contra
el régimen de Isabel II. La repre-sión gubernamental se descargó principalmente
sobre éstos y sobre la prensa obrera.
Decepcionados de los partidos, al
ignorar éstos sus reivindicaciones, el movimiento obrero se orientó hacia el
sindicalismo y la formación de partidos específicamente socialistas.
En la REVOLUCIÓN DE 1868 fue
decisiva la participación de los trabajadores industriales, aunque ya
distanciados sus líderes de los políticos demócratas y republicanos (a los que
acusaban de buscar la conquista de la democracia política obviando la atención
a las reivindicaciones de los trabajadores).
Algunos dirigentes del movimiento
obrero, como Anselmo Lorenzo, ya estaban en contacto con los dirigentes de la I
INTERNACIONAL y al tanto de sus Congresos y decisiones tácticas.
I INTERNACIONAL.
En octubre de 1868 llegó a España
Giuseppe Fanelli, miembro de la AIT (enviado de Mijail Bakunin, con el objetivo
de organizar la sección española de la Internacional sobre la base de las tesis
anarquistas).
Fanelli estableció en España dos
secciones: una en Madrid y otra en Barcelona.
A la vez, un representante de las
Sociedades Obreras de Barcelona asistió en Basilea al Congreso de la
Internacional, contactando allí con Bakunin.
Aparecieron nuevos diarios
obreros y las huelgas y protestas se extendieron por todo el país.
Definitivamente los líderes
obreros se desmarcaron del movimiento republicano por considerarlo burgués.
EL CONTACTO CON BAKUNIN Y EL
FRACASO DEL ALZAMIENTO REPUBLICANO DE SEPTIEMBRE-OCTUBRE DE 1869, ORIENTÓ A UN
SECTOR IMPORTANTE DE LAS ORGANIZACIONES OBRERAS HACIA EL APOLITICISMO Y LA
DESCONFIANZA SOBRE LA POLÍTICA BURGUESA DE LOS PARTIDOS (I Congreso Obrero
Español, Barce-lona, junio 1870).
El proletariado de Andalucía tuvo
un proceso similar, reconociéndose en la corriente antipolítica y antiautoritaria
de la Internacional.
En junio de 1870 se celebró en
Barcelona el I Congreso de la Sección española de la Internacional, en él se
estableció un Consejo Federal en Madrid y la mayoría catalana impuso la
orientación anarquista de no colaboración ni alianza con las fuerzas políticas
burguesas.
En 1871, bajo el reinado de
Amadeo de Saboya y cuando los trabajadores españoles preparaban su segundo
Congreso, sobrevino la insurrección de la Comuna de París.
El impacto que esta revolución
provocó el temor en las clases medias y en los dirigentes europeos y se iniciaron
medidas represivas contra la A.I.T y quedaron prohibidas las reuniones y las
huelgas, fueron detenidos varios líderes sindicales y el Consejo Federal tuvo
que instalarse en Lisboa.
EN TAN DIFÍCILES CONDICIONES SE
CELEBRÓ LA CONFERENCIA DE VALENCIA EN LA QUE UN REDUCIDO NÚMERO DE DELEGADOS
RATIFICÓ LA LÍNEA ANARQUISTA.
ESCISIÓN EN EL MOVIMIENTO OBRERO:
ANARQUISMO Y SOCIALISMO.
En diciembre de 1871 llegó a
España el dirigente de la Internacional Paul Lafargue, partidario de Marx,
entró en contacto con el núcleo madrileño y sus principales miembros (entre
ellos Pablo Iglesias) aceptaron sus tesis.
En el Congreso de Zaragoza (abril
de 1872) se impusieron de nuevo las tesis anarquistas defendidas por los
delegados catalanes, aragoneses y valencianos.
En junio, los líderes marxistas
madrileños fueron expulsados y éstos, un mes más tarde, fundaron la Nueva
Federación Madrileña, que pronto se convirtió en la sección española del ala
marxista de la A.I.T.
Meses después, la escisión en la
Internacional se consumó en el Congreso de la Haya.
Al comenzar 1873 la Internacional
española contaba con más de 25.000 afiliados, un tercio de los cuales per-tenecían
a las federaciones catalanas. Estaba claramente implantada entre los obreros
textiles, los de la construc-ción y de las artes gráficas, con varios miles de
afiliados. Las federaciones campesinas -salvo en Andalucía-, las de
ferroviarios y de los mineros eran menos importantes. Entre sus dirigentes
había una mezcla de procedencias (obrera e intelectuales de clase media, estos
últimos de ideología más radical y próxima al anarquismo).
Con la I República se produjo una
oleada de manifestaciones y huelgas.
La sublevación cantonal, un
movimiento de los republicanos federales radicales, no contó con el respaldo
de los dirigentes de la A.I.T, aunque muchos obreros internacionalistas
participaron activamente en la insurrección. Por este motivo, considerando al
movimiento obrero un carácter revolucionario, se incluyó a la A.I.T en la
represión posterior.
El 10 de enero de 1874, se
decretó la disolución de la Internacional, la mayoría de los dirigentes de la
AIT y los de la Nueva Federación socialista madrileña, pasaron a la
clandestinidad.
El Sexenio produjo la
concienciación política y organizativa del movimiento obrero español y
di-fundió el anarquismo y el marxismo en España: principalmente implantado en
Cataluña, Aragón, Levante y Andalucía (anarquismo) y Madrid, Valencia y Sevilla
(marxista).
EN EL INICIO DE LA RESTAURACIÓN
el movimiento obrero, en la clandestinidad, estuvo definitivamente escindido
en dos corrientes diferenciadas: socialista y anarquista.
Para Cánovas la I Internacional
era "un terrible foco de inmoralidad” y “el más grave peligro para las
sociedades humanas.
En la Restauración, Los
Gobiernos, adoptando medidas proteccionistas, intervinieron en la regulación de
las relaciones laborales y apoyaron alguno de los derechos reivindicados por
los trabajadores.
A pesar de esto, fue constante
hasta 1931 la relación entre capitalismo privado, oligarquía agraria y
liderazgo político
Durante la Restauración empezó a
consolidarse en España el sindicalismo en dos direcciones diversas.
En 1872 (Congreso de Zaragoza) se
escindió el movimiento obrero español en dos:
*.- Anarquistas (obrerismo
catalán y aragonés)
*.- y socialistas (de filiación
marxista e importante en el obrerismo castellano).
El Decreto de disolución de la I
Internacional supuso para el movimiento obrero su paso a la clandestnidadidad.
Resurgió de nuevo aprovechando la Ley de Asociaciones de 1887.
ANARQUISMO:
*.- Su proceso organizativo fue
lento, actuando abiertamente desde 1881.
*.- Con un nivel mínimo con la
fundación de la Federación de Trabajadores de la Región Española.
*.- La implantación del
anarquismo fue notable en Cataluña, Aragón, Valencia y Andalucía.
Sus divisiones internas y su
escasa organización, junto a la represión policial, hizo que a finales de los
años ochenta los obreros y campesinos anarquistas se inclinasen:
*.- Los más, por un activismo
predominantemente sindical y reivindicativo
*.- Los menos, más radicales
optaron por la acción “directa” (la huelga violenta o el atentado).
En la última década del siglo XIX
y en la primera del siglo XX se produjo una oleada de atentados contra re-yes,
presidentes y jefes de gobierno de toda Europa. La respuesta contundente de las
autoridades no hizo sino alimentar una dinámica de acciónrepresión.
Las tácticas de los más radicales
sirvió para etiquetar de violento a todo el anarquismo. Convertido en el
te-rror de las clases medias, agudizó los enfrentamientos de clase en las
regiones en las que, como Cataluña o An-dalucía, el movimiento libertario era
más fuerte.
La Ley de Represión de 1896
significó un freno para el anarcosindicalismo (a pesar de ello en 1901 contaba
con más de setenta mil afiliados y su acción estuvo centrada en Cataluña,
Andalucía, La Coruña y Madrid).
El anarquismo evolucionó hacia su
dispersión en pequeños grupos, perdiendo progresivamente su fuerza salvo en
Andalucía (base agraria) y en los núcleos urbanos, especialmente en Cataluña.
En 1907 Solidaridad Obrera
representaba el sindicalismo apolítico y tenía una amplia implantación en los
sectores obreros barceloneses y en algunos núcleos rurales.
En 1908 Solidaridad Obrera se
transformó en la Confederación Regional del Trabajo y dos años más tarde (1910)
adquirió ámbito nacional (Confederación Nación del Trabajo, CNT), constituyó la
segunda central sindical española (con gran implantación en los obreros
agrícolas andaluces e industria-les catalanes).
Propuestas:
*.- El rechazo de cualquier
autoridad impuesta (libertad individual total y abolición del Estado)
*.- La supresión propiedad
privada y la implantación del colectivismo
*.- La Revolución violenta, las
huelgas generales y, en algún caso, el terrorismo.
*.- El apoliticismo (no a las
elecciones y los partidos)
*.- El Anticlericalismo (ni
Religión ni Iglesia)
En 1911 celebró su primer
Congreso en Barcelona y defendió como medios de acción, un sindicalismo
revolucionario con la huelga general, la acción directa (boicot y sabotaje) y
un radical antiparlamen-tarismo.
Su fuerza siguió radicada
fundamentalmente en Cataluña, Andalucía y Aragón. Su menor implantación en
Castilla y en el Norte peninsular tuvo como excepción, por su importancia y
actividad, la CNT de Madrid del sector de la construcción (integrado en su
mayor parte por obreros procedentes del sector agrario andaluz). Las
disposiciones gubernamentales volvieron a colocarla en la clandestinidad.
MOVIMIENTO OBRERO MARXISTA:
Desde 1870 tuvo en Madrid su
principal fuerza.
Después de la represión de 1874,
los socialistas madrileños se reorganizaron en torno al núcleo de los
tipógrafos (sector numeroso en la capital, donde se concentraba la prensa y el
mundo editorial y el lugar mejor informa-do de los avatares políticos).
Fueron ellos quienes, junto a
algunos intelectuales y otros artesanos, fundaron en una taberna de la calle
Tetuán, el Partido Socialista Obrero Español (PSOE, mayo de 1879).
Una comisión, encabezada por
Pablo Iglesias y Jaime Vera, redactó el primer Programa (aprobado el 20 de
julio) centrado en tres objetivos:
*.- la abolición de las clases y
la emancipación de los trabajadores.
*.- la transformación de la
propiedad privada en propiedad social o colectiva.
*.- y la conquista del poder
político por la clase obrera.
El programa incluía, además, una
larga lista de reivindicaciones políticas y laborales que pretendían la mejora
de las condiciones de vida de los obreros.
A lo largo de los años ochenta el
PSOE fue definiendo aún más su programa, de clara inspiración marxista. La
creación en 1881 del Comité Central permitió completar su organización, al
tiempo que ampliaba sus bases.
En 1888, cuando ya había
agrupaciones socialistas en las principales ciudades del país, se fundó en
Barcelona la Unión General de Trabajadores (UGT), un sindicato de inspiración
socialista.
Después tuvo lugar en Barcelona
el Primer Congreso del PSOE. Allí se constituyó ya como organización nacional
y adoptó el sistema de Congresos periódicos para definir su línea ideológica y
su táctica política. Pablo Iglesias fue su líder indiscutible.
A partir de 1888 se marcó la
línea divisoria entre el Partido (con objetivos políticos) y el sindicato UGT
(con una función reivindicativa e inmediata para la defensa de los trabajadores
en una sociedad capitalista).
En 1890 se celebró por primera
vez el 1º de Mayo, siguiendo la consigna de la II Internacional. Se produjeron
manifestaciones numerosas, como la de Madrid, que convocó a unas 20.000
personas. En Bilbao se prolongó, ante los despidos de los líderes, en una
huelga general que obligó al Capitán General a que forzara la negocia-ción de
los patronos con los dirigentes obreros.
Desde este año el PSOE comenzó a
presentar candidatos a las elecciones, y en las municipales de 1891, por
primera vez, fueron elegidos cuatro concejales socialistas en las grandes
ciudades. Este éxito, que contrastó con su escasísima influencia en el campo,
sirvió al Partido para presentarse como organización que aspiraba al poder.
El desarrollo del PSOE (bajo la
influencia directa del socialismo francés y del Partido Socialista Obrero
Ale-mán) y de la UGT fue más lento pero más sostenido.
La principal base militante del
partido y del sindicato residió en las regiones industriales del País Vasco (en
frecuentes confrontaciones con los sindicatos católicos). Desde Bilbao se difundió
a Asturias, en enfrentamiento con el movimiento anarquista. Tales dificultades
hicieron que los socialistas del norte se convirtieran en la van-guardia de la
UGT. Intervino activamente en la política nacional y sus efectivos se vieron
incrementados, sobre todo, con la implantación del sufragio universal en 1890.
La época de su mayor empuje se localizó tras la crisis de 1909 (llegando a
contar la UGT en 1912 con 130.000 afiliados). Hasta 1910 Pablo Iglesias no
consiguió ser elegido diputado. Sus relaciones con los anarquistas no fueron
buenas.
Programa:
*.- Emancipación total de la
clase trabajadora
*.- Paso de la propiedad
individual a la propiedad social
*.- Posesión del poder político
por la clase trabajadora
*.- Rechazo del terrorismo
*.- Oposición a la expansión
colonial y pacifismo
*.- Revolución, pero mientras
tanto, planteamientos más moderados:
*.- Participación pacífica en las
elecciones para difundir las ideas marxistas.
*.- Se propugna la negociación de
la UGT con los patrones.
SINDICALISMO CATÓLICO. Impulsado
por la encíclica Rerum Novarum, de León XIII (1891) apareció un inoperante
sindicalismo católico. El hecho de que el Consejo Nacional de Corporaciones
Católicas Obreras (fundado en 1896) estuviera presidido por un político conservador,
y vicepresidido por un duque y dos marqueses, expresaba suficientemente lo
irreal de los planteamientos del obrerismo católico.
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