Franco murió a las 4.20 de la
madrugada del 20 de noviembre de 1975 y es enterrado en el Valle de los Caídos.
Juan Carlos I es su sucesor como el
mismo Franco había decidido el 22 de julio de 1969, con base en la Ley de
Sucesión de 1947 ("la Jefatura del Estado corresponde al Caudillo de España y de la
Cruzada, Generalísimo de los Ejércitos, don Francisco Franco Bahamonde"
(art. 2) y que a él le estaba reservado el derecho de designar al sucesor.
A la muerte de Franco, Juan
Carlos de Borbón es coronado Rey de España.
Su discurso de coronación es
esperanzador para quienes piden un sistema democrático.
La coronación se lleva a cabo el 22
de noviembre en las Cortes, con asistencia de Jefes de Estado y de Gobierno que
se han negado a asistir al entierro del General.
Juan Carlos I en su Discurso de
investidura señala que "Hoy comienza una nueva etapa de la historia
de España...”
Confirma a Carlos Arias Navarro (que
ya lo era con Franco) como Presidente del Gobierno (siguiendo los consejos de la
familia Franco, de los consejeros del Reino y del Cardenal Tarancón) y con la
ayuda de Arias Navarro consigue que su antiguo preceptor, Torcuato Fernández
Miranda, sea nombrado Presidente de las Cortes y del Consejo del Reino.
Fernández Miranda era un catedrático
de Derecho Político hábil e inteligente, tímido y brillante, pero antipático y
distante, odiado por los franquistas, que ocupó interinamente la Presidencia
del Gobierno tras la muerte del almirante Carrero Blanco, y que tiene estudiada
la forma en que se puede producir la reforma del Régimen.
Adolfo Suárez acepta la oferta de
Juan Carlos I para presidir un nuevo Gobierno, con el objetivo de reformar el
sistema.
Suárez había sido Ministro del
Gobierno de Arias Navarro.
Adolfo Suárez, una tarde del 3 de
julio de 1976 recibió una llamada telefónica del Rey que le pregunta:
"Adolfo, ¿qué haces? ¿Quieres venir a tomar café?", él acepta, con
serenidad viste un traje azul oscuro y conduce su Seat 127 hasta la Zarzuela.
El Rey le dice:
—Adolfo, te quiero pedir un favor.
Acepta la Presidencia del Gobierno—.
—Ya era hora— contesta Suárez.
"Ya era hora" porque hacía
meses que corrían voces sobre Suárez presidente y porque Arias era un cadáver
político desde hacía mucho tiempo.
El primer Gobierno Suárez juró su
cargo ante el Rey el lunes 5 de julio de 1976.
No fue bien recibido por nadie, ni
por el búnker ni por la oposición democrática, ni por los
"reformistas"… viéndose obligado a nombrar ministros de segunda
fila.
En septiembre, el nuevo Gobierno se
anuncio la Ley de Reforma política que debía concluirse con "...las
primeras elecciones a Cortes para constituir un Congreso de 350 diputados y
elegir 207 senadores".
Éste Proyecto de Ley debía ser
aprobado por los dos tercios de las mismas Cortes de Franco y
refrendado por los españoles en Referéndum Nacional.
El 18 de noviembre de 1976, más de
los dos tercios necesarios de las Cortes franquistas votan a favor del proyecto
de Ley de Reforma Política.
El 15 de diciembre de 1976 se
celebró el Referéndum: el 94% de los votantes aprobaban la Ley de Reforma
Política que suponía convocar las primeras Elecciones libres desde febrero de
1936.
Sin embargo no era un plebiscito
democrático ya que la oposición todavía no estaba legalizada y el llamamiento a
la abstención de las fuerzas de la oposición, no legales pero toleradas.
"No es, sin duda, un referéndum
democrático, puesto que no existen las libertades propias de la democracia;
pero es un referéndum para establecer la democracia y las libertades que le son
propias" (Herrero de Miñon)
Pero la pregunta era algo así como
"¿Quieren ustedes la libertad o no?", sin consultarle a nadie de qué
forma se va a dar esa libertad y dando a entender que el proceso va a consistir
en renovar las leyes del franquismo.
La abstención alcanzó el 23% del
censo electoral, pero los que se abstienen rezan porque gane el sí, porque ¿y
si hubiese ganado el no? ¿Se hubiese ido todo el proceso al traste? Mejor no
pensarlo.
Los seis meses que transcurrieron
entre el 15 de diciembre de 1976 hasta el 15 de junio de 1977 en que se
realizaron dichas elecciones, fueron los más difíciles de la transición
política
Mediante las elecciones se debía
constituir un Congreso y un Senado que integrarían unas Cortes Constituyentes,
todo en un ambiente de incertidumbre y conflicto (conflictividad laboral y social,
terrorismo, legalización de los partidos, nacionalismos… en un contexto de
crisis económica).
La legalización de todos los
partidos políticos supuso las elecciones a Cortes de junio de 1977 un episodio
del todo democrático.
Santiago Carrillo, secretario
general del PCE, regresó del exilio en febrero de 1976 (de forma clandestina, a pesar de
estar escondido, mantiene contactos con las demás fuerzas democráticas y se
deja ver siempre más por las calles de Madrid, con el fin de forzar un
reconocimiento del PCE, cuando todavía ninguna fuerza democrática ha sido
legalizada).
La policía lo detuvo y lo tiene
recluido durante una semana en los últimos días de diciembre de 1976.
El 24 de enero de 1977 se
produjo la Matanza de Atocha en la que resultaron asesinados siete
abogados laboralistas del PCE por la extrema derecha.
La respuesta de masas al asesinato
de los abogados comunistas es impresionante por la demostración de fuerza y
serenidad.
ETA y GRAPO, el MPAIAC
(Movimiento para la Autonomía e Independencia del Archipiélago Canario) y la
extrema derecha fueron factores de inestabilidad,.
Los nacionalistas vascos negaron
designar el término terrorismo para designar a ETA (a pesar de que ésta mató a
26 personas en 1975, 21 en 1976 y 28 en 1977, 85 en 1978, 118 en 1979 y
124 en 1980).
El GRAPO, un grupo
maoísta, lleva a cabo dos secuestros en diciembre de 1976 que acaban con la
liberación de los rehenes por parte de la policía en febrero de 1977.
En febrero de 1977 se eliminan los
requisitos más restrictivos para la legalización de los partidos: todos menos
el PCE consiguen la legalidad.
En ese mismo mes Suárez se reúne
secretamente con Carrillo y charlan durante seis horas.
Según Carrillo, en su encuentro con
Suárez, nadie le puso condiciones a nadie sobre nada: ni Suárez le pide
que los comunistas rebajen el tono de sus reivindicaciones ni Carrillo
pretendió que el Monarca saliera corriendo del país para instaurar una
República de la que él será Presidente.
Cuenta Carrillo que Suárez le pidió
que los comunistas se presentaran a las elecciones como independientes para
poder evitar la legalización del PCE. Que él se negó esto y a suspender en
España la Conferencia Eurocomunista, a celebrar en Madrid y con la asistencia
de los partidos comunistas de Italia y Francia con sus respectivos Secretarios
Generales. da y en vías de olvido.
El 9 de abril de 1977, el Sábado
Santo Rojo, el Gobierno materializó la desaparición del Movimiento Nacional,
legalizó el Partido Comunista de España y, dos días después, y al PSUC (Partit
Socialista Unificat de Catalunya).
Fraga juzgó lo sucedido de
"verdadero golpe de Estado", pero la población está de acuerdo en un
45% y en contra en un 17%.
En los mítines del PCE deja de
ondear la bandera republicana y Carrillo dice: "Los que silban no saben que
no hay color morado que valga una nueva guerra civil entre los españoles".
La reivindicación republicana no volverá a la boca de un dirigente del PCE
hasta bien entrada la etapa Anguita.
El 17 de marzo Suárez promulgó el
Decreto de Amnistía para los presos políticos.
El 28 de abril se legalizaron los
sindicatos.
El 13 de Mayo regresó desde Rusia,
Dolores Ibarruri, la Pasionaria, presidenta del PCE.
La dimisión de Torcuato Fernández
Miranda, fiel consejero del Rey, de las Presidencias de las Cortes y del
Consejo del Reino y la abdicación de don Juan de Borbón a favor de su hijo Juan
Carlos son dos episodios emblemáticos que precedieron a las elecciones de 1977.
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