Regeneracionismo:
Francisco Silvela, Joaquín Costa, Ángel
Ganivet, el cardenal Cascajares, escritores de la Generación del 98 interesados
en llevar a cabo una labor de cambio y modernización de España.
La pérdida de Cuba y Filipinas no hundió
el sistema político de la Restauración pero si lo hizo tambalearse y mostró la
necesidad de regenerar el sistema para que pudiera subsistir.
El sistema siguió basándose en la
Constitución de 1876, el bipartidismo y la farsa electoral.
La derrota en Cuba no fue asumida por
nadie. La población y el ejército culparon a los políticos por no haber sabido
dar solución a los problemas que planteaba la isla. La derrota colonial marcó
mucho a los intelectuales del país, que haciendo una reflexión profunda, se
plantearon y criticaron el papel de España en la Europa industrializada; pero
tampoco ellos aportaron soluciones.
Los partidos no tuvieron un programa
político con el cual convencer a la sociedad.
El Regeneracionismo cuestionó los
valores del sistema:
Costa denunció la incultura y el sistema
de fraude electoral. Propuso incentivar la educación y modernizar las estructuras
para lograr el progreso de España.
Era necesario “un cirujano de hierro”
que supiera cortar los males arraigados en el país y conducir a la nación hacia
el progreso.
Después de 1898, el Gobierno intentó
regenerar el sistema pero sin cambiar la estructura política:
La falta de líderes carismáticos tras la
muerte de Cánovas y Sagasta (1903) ocasionó una gran debilidad política.
Esta inestabilidad se intensifica con Alfonso
XIII en el trono, a diferencia de Alfonso XII y María Cristina, intervino en la
política más de lo que la Constitución de 1876 le permitía.
En el partido conservador se encontraban
Francisco Silvela y Antonio Maura y en el liberal Eugenio Matinez Rix,
Segismundo Moret y José Canalejas.
Después de 1898, a partir de 1906 España
inició su penetración en el norte de África. La conferencia de Algeciras de
1906 y el posterior tratado hispano-francés (1912) posibilitaron la entrada de
España en el reparto de África. A España se le concedió una franja en el norte,
el Riff y un enclave en la zona atlántica: Ifni y Río de Oro.
Los intereses en la zona eran diversos:
•
Estratégicos: evitar que Francia y Alemania decidieran exclusivamente el destino
de Marruecos.
•
Económicos: explotación de recursos mineros de las montañas del RIF y hacer posible
la inversión de capital español en ferrocarriles y obras públicas.
• La
expansión en Marruecos podría ayudar a recuperar el prestigio internacional.
La división de Marruecos en dos
protectorados: uno al sur, de mayor extensión y riqueza adjudicado a Francia;
el otro al norte, en las montañas del RIF, más pobre y reducido, adjudicado a
España.
El control del protectorado no fue fácil
ni rentable, una operación difícil y costosa ya que el ejército español estaba
mal preparado y carecía de recursos. El Rif era una zona muy montañosa mal
comunicada y ocupada por distintas tribus.
En 1920, la ofensiva del ejército
español para controlar la sublevación de Abd–el– Krim acabó con el desastre de Annual
en 1921. La derrota incrementó el malestar en la opinión pública española y
acentuó su descontento hacia el sistema, los políticos, militares y el Rey.
El Ejército necesitaba de una profunda
reforma que los hiciera más eficaz y operativo.
Ante los problemas internos (ascensos
rápidos por méritos de guerra) y los externos (ataques a su prestigio), se
crearon las Juntas de Defensa como órgano de presión. Comenzaba a resquebrajarse
la armonía conseguida por Cánovas y Alfonso XII entre el poder civil y el militar.
El movimiento obrero presentó un
problema permanente, que fue extremando sus actitudes hasta desembocar en la
huelga general de 1917.
Tiene su principal exponente en el
catalanismo. El regionalismo catalán aceptaba la monarquía y la unidad de España
pero pedía una reforma constitucional profunda que permitiera la autonomía
catalana.
Con el fin de adecuar la Constitución de
1876 a la nueva realidad social y política de España era necesario reformarla
profundamente. Se tenía que eliminar de ella todo lo que de falso y anacrónico
había en su funcionamiento real (caciquismo y falsa electoral), e introducir
modificaciones capaces de integrar en el sistema a otras fuerzas políticas como
los regionalistas y los republicanos. El intento más serio se haría en 1917,
pero fracasó.
El partido liberal, sin programa
político que le diferenciara del conservador e inducido por las fuertes medidas
anticlericales de Francia, tomó el anticlericalismo como bandera política. Se
sucedieron hechos lamentables como agresiones a obispos, sacerdotes y edificios
religiosos; la polémica estuvo centrada en torno a la enseñanza de la religión
en institutos de enseñanza media y en escuelas primarias, y en la capacidad de
las congregaciones religiosas para ejercer o no la docencia.
Al comienzo
del reinado, los intentos de regeneración y modernización del gobierno de
Francisco Silvela se ven abortados por la incompatibilidad de sus ministros: el
General Polavieja, ministro de la guerra y partidario de grandes reformas; y el
ministro de hacienda, Fernando Villaverde, partidario de introducir las más
severas economías en los presupuestos generales del Estado. El programa de
Polavieja fue imposible de realizar por lo que presentó su dimisión y defraudado
Silvela, se retiró.
En 1907 Antonio Maura volvía por segunda
vez al poder e inicia un decidido programa de renovación interna. Gobernó dos
veces: de 1903 a 1904 y de 1907 a 1909 pero su influencia llena todo el
período. Intentó la reforma del sistema canovista tratando de lograr que la democracia
fuese una realidad y no una
apariencia. Afrontó los dos problemas
fundamentales del Estado: la práctica inmoral del caciquismo y el regionalismo;
para ello publicó la Ley de Administración Local de 1907 que pretendía una
reforma profunda de las estructuras políticas del país pero que quedó sólo en
un proyecto. Esta ley pretendía “el descuaje del caciquismo”. La misma ley
concedía amplias cotas de autonomía al regionalismo catalán.
Crisis de 1909 y caída de Maura.
La protesta por la movilización de
reservistas catalanes para la guerra de Marruecos. Los reservistas iban a controlar
una rebelión de indígenas contra la construcción del ferrocarril minero en el
RIF. La Semana Trágica de Barcelona ocasionó días de terror y violencia. El Gobierno
declaró el Estado de guerra y utilizó al Ejército para controlar la situación,
la represión posterior costó la vida al anarquista Francisco Ferrer Guardia, a
quien se le atribuyó la responsabilidad de aquellos los hechos. La ejecución de
Ferrer Guardia, fundador de la Escuela Nueva, levantó una violenta protesta
tanto dentro como fuera de España que contribuyó al descrédito del Gobierno y
la Monarquía.
Estos hechos provocaron la caída de
Maura.
Fue sustituido por Moret que sólo estuvo
en el Gobierno unos meses.
Los sustituyó Canalejas, la personalidad
más relevante del partido liberal. Canalejas realizó el segundo gran intento
de Regenerar el Sistema, para ello:
• Estableció
un impuesto sobre las rentas urbanas que gravaba especialmente a los más
pudientes.
• Afrontó el
problema clerical promulgando la llamada Ley del Candado por la que se prohibía
la entrada de nuevas órdenes religiosas a España.
• Atendió
algunas reivindicaciones obreras, se estableció la jornada laboral de 9 horas.
• Se reguló
el trabajo de la mujer.
• Se hizo
obligatorio el servicio militar eliminando los pagos o redenciones en metálico.
• Se inició
la legislación social para intentar apaciguar las reivindicaciones del movimiento
obrero.
• Atajó con
dureza las huelgas distinguiendo entre huelga reivindicativa de derechos y
huelga revolucionaria.
• Respecto a
las reivindicaciones nacionalistas se promulgó la Ley de Mancomunidades Regionales.
Cuando
se esperaba un “turno pacífico” entre Maura y Canalejas, este último fue asesinado
por un anarquista (12 de Noviembre de 1912).
Con la muerte de Canalejas (1912) el
reformismo propiciado por los partidos dinásticos se vino abajo, la ausencia de
líderes prestigiosos en éstos provocó su fragmentación interna:
*.- Dentro del partido conservador se
consolidaron dos tendencias: los mauristas que intentaron formar un partido de
talante más reformista y los idóneos de Eduardo Dato que representaron la
postura más tradicional.
*.- También el partido liberal se
fragmentó en diferentes corrientes fruto del personalismo de sus líderes.
En 1913 el rey nombró al conservador
Eduardo Dato como presidente del gobierno y este tuvo que hacer frente a las
consecuencias del Estallido de la 1ª Guerra Mundial (1914-1918)
España mantuvo una posición de
neutralidad frente al Conflicto Europeo, actitud apoyada por todas las fuerzas
políticas. A pesar de la neutralidad, la sociedad Española tomó partido a favor
de uno bando:
•
Germanófilos Las clases altas, la Iglesia y la mayor parte de los mandos del Ejército,
se mostraron partidarios de los Imperios centrales (Alemania y Austria), como representantes
del orden conservador y de la autoridad.
•
Aliadófilos Los sectores más progresistas, sobre todo republicanos, se
inclinaron por las potencias aliadas Francia e Inglaterra, en las que veían la
encarnación de ideales más democráticos.
• Fuerzas
Obreras (y Sindicales) defendieron la neutralidad al considerar que el conflicto
era una pugna entre intereses imperialistas.
La neutralidad favoreció una importante
expansión económica. La Guerra redujo la capacidad productiva de los países
beligerantes y España se convirtió en suministradora de productos tanto
industriales como agrícolas. El incremento de la demanda interior estimuló el
crecimiento de la producción pero también trajo consigo un aumento de los precios
lo que desató un fuerte proceso inflaccionario (los precios de los productos de primera
necesidad se duplicaron entre 1914 y 1919)y el desabastecimiento interior.
La demanda exterior benefició
especialmente a la siderurgia Vasca, a la minería Asturiana y a las industrias
textiles y metalúrgicas de Cataluña. Fueron años de negocios y de fácil
enriquecimiento, pero este crecimiento tuvo un fuerte componente especulativo (ya
no se invirtieron los beneficios en la modernización de infraestructuras).
Por el contrario, las clases populares
conocieron un empobrecimiento de su nivel de vida (la inflación no trajo una equivalente
subida de los salarios y, por consiguiente, su capacidad adquisitiva disminuyó),
el coste de la vida subió entre un 15 y un 20% y produjo una oleada de huelgas reivindicativas
(en 1914 hubo 212 huelgas y en 1918 463 huelgas).
El impacto de la I Guerra Mundial
contribuyó a aumentar las diferencias sociales y la tensión social.
La Revolución Rusa (1917) consiguió, por
primera vez que un partido obrero consiguiera tomar el poder e iniciar la
construcción de un estado de trabajadores. Las organizaciones obreras de todo
el mundo vieron en Rusia un ejemplo a seguir y ello estimuló sus posibilidades
revolucionarias y sus aspiraciones de cambio social. Por el contrario el miedo a un estallido revolucionario empujó a
los Gobiernos a tomar medidas de represión contra el movimiento obrero.
También resurgió el militarismo. Cánovas
pretendió terminar con la presencia activa de los militares en la vida
política.
Juntas de Defensa:
Organizadas por la Oficialidad, exigían una
serie de reformas que remediaran los problemas del Ejército. Pedían que el
ascenso a los grados militares se efectuara por rigurosa antigüedad, poniendo
fin al ascenso de los “africanistas”, el fin de su pésima situación económica
del ejército debida a los bajos sueldos (agravada por la inflacción).
El 1 de junio la Junta de Infantería de
Barcelona publicó un Manifiesto que tuvo una buena acogida en los sectores
contrarios al sistema de la Restauración. No obtuvieron el apoyo de Maura, a
quien incluso le ofrecieron su apoyo en caso de que llegara a formar gobierno.
Maura veía en las Juntas una vuelta al régimen de los generales y de la preponderancia
militar del siglo XIX.
Asamblea de Paralamentario:
Partió de una iniciativa de la burguesía
catalana como reacción a la clausura de las Cortes.
Diputados y Senadores, reunidos en
Barcelona, pidieron al Gobierno la apertura de las Cortes bajo la amenaza de
convocar ellos mismos una Asamblea de Parlamentarios, si se desatendía su
petición.
El Gobierno interpretó la demanda como
una pretensión de los Parlamentarios de convocar Cortes, iniciativa que
correspondía sólo al rey y al gobierno, y una nueva manifestación del
separatismo catalán. Rechazó la petición.
Ante la negativa, se constituyó en
Barcelona la Asamblea extraordinaria formada por parlamentarios de toda España.
El enfrentamiento entre el Ejército y los Huelguistas, de agosto, disolvió la
Asamblea de parlamentarios.
Huelga General:
El 13 de agosto de 1917 fue decretada
por un Comité Ejecutivo perteneciente a la UGT y al PSOE. La huelga, a petición
de Pablo Iglesias debió ser pacífica. El Manifiesto que la precedía fue redactado
por el socialista Julián Besteiro en el cual se pedía:
*.- La formación de un Gobierno
Provisional.
*.- Las celebración de elecciones y la
convocatoria de Cortes Constituyentes
La huelga produjo un paro total casi en
toda España. El gobierno declaró es Estado de Guerra y el ejército la reprimió
violentamente; el 20 de agosto había terminado en toda España salvo en Asturias
donde se prolongó un mes y donde el ejército se enfrentó a los huelguistas con
un balance de unos 200 muertos y más de 2000 detenidos.
Se formó un Gobierno de Concentración Nacional
presidido por Maura y formado por los políticos más relevantes de los partidos
dinásticos, incluyendo al catalanismo.
Hasta finales de 1923 diversos Gobiernos
se sucedieron (entre 1918 y 1923 hubo 15
gabinetes distintos). El sistema canovista había entado en una crisis sin retorno.
Dos hechos agravaron la situación: el
asesinato de Eduardo Dato y el Desastre de Annual. Ambos sucesos conmovieron a
la opinión pública de manera que el general Primo de Rivera, desde Barcelona,
dio un Golpe de Estado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario