miércoles, 28 de febrero de 2018

SOSEGADA LECCIÓN DE MARGALLO A RAJOY

SOSEGADA LECCIÓN DE MARGALLO A RAJOY

Miércoles 28 de febrero de 201810:52h
José Manuel García-Margallo es un peso pesado de la política española y el ministro más capaz con que ha contado Mariano Rajoy. Lástima que no le hiciera caso cuando propuso públicamente aplicar el artículo 155 al estallar el 9-N del pobre Arturo Mas. Apoyé desde este rincón de El Imparcial la propuesta de Margallo. Pero Mariano Rajoy prefirió no hacer nada.
Y cuando no le quedó otro remedio, proclamada por el Parlamento catalán la República y la independencia, el presidente, tras ponerse acertadamente de acuerdo con PSOE y Ciudadanos, aplicó el artículo 155, tal y como la Constitución exige. Eso sí, se equivocó de medio a medio al convocar elecciones autonómicas para diciembre, y así lo subrayé yo en mi sección Canela fina del diario El Mundo.
Margallo ha sido explícito en el mismo sentido: “Las elecciones se volvieron a perder en Cataluña por concurrir con las heridas abiertas”. Mariano Rajoy debió anunciar la convocatoria de elecciones autonómicas condicionadas a que el Tribunal Supremo hubiera dictado sentencia sobre los dirigentes acusados de delitos de rebelión, sedición y prevaricación. Esas sentencias se producirán probablemente el próximo otoño. Mariano Rajoy hubiera dispuesto de un año para limpiar las trapisonderías y las irregularidades de la gestión Puigdemont y muy probablemente el resultado electoral habría sido muy distinto al de diciembre pasado.
Margallo denunció también la inacción fuera de España. “El partido se jugaba también fuera y España como Estado tenía que neutralizarlo. Uno tiene que hablar con los medios porque la naturaleza tiene pavor al vacío. Si no creas tu propio relato, lo crean otros”, afirma Margallo. El cuerpo diplomático negoció bien con los Gobiernos, pero el entorno de Rajoy fue incapaz de informar a los grandes medios de comunicación internacionales, que en su mayoría se pusieron al lado de los secesionistas. Y a causa de tanta lenidad, de tan absurda pasividad, la imagen de la España democrática se fragiliza un poco más cada día.

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