Luis María ANSON
Guillermo Zapata tiene todo el derecho
a pensar como le venga en gana. La libertad de expresión le ampara además para
que diga o escriba lo que considere conveniente. Guillermo Zapata se ha movido
siempre en la contracultura y tiene un gran prestigio entre los que comparten
su posición ideológica.
El problema no está en Guillermo
Zapata. El problema está en Manuela Carmena que fue votada solo por una parte
menor de los madrileños y que se ha convertido en alcaldesa, gracias al apoyo
del PSOE, partido de centro izquierda que se ha destacado desde 1978 por su
moderación y su respeto a la Constitución.
Manuela Carmena debe tener en cuenta
forzosamente las posiciones de Antonio Miguel Carmona porque, en otro caso, se
puede encontrar con una moción de censura que la descabalgaría de su poltrona
madrileña. La inmensa mayoría de los socialistas no está a favor del
extremismo. Tampoco a favor de la radicalidad. Han apoyado en numerosas
alcaldías esas fórmulas con el objetivo de desmontar al Partido Popular pero
parece claro que exigirán a los alcaldes que lo son gracias al PSOE una
política que no quebrante los principios sustanciales del centro izquierda
español.
La primera, pues, en la frente. Tal
vez se produzcan en poco tiempo situaciones similares. Si Manuela Carmena
quiere disfrutar de una gestión constructiva debe atender en todo momento las
actitudes que adopte el partido que le ha permitido convertirse en alcaldesa.
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