ABC
reclamaba ayer, desde está página editorial, medidas urgentes al presidente del
Gobierno para afrontar la recta final de la legislatura con un mensaje renovado
y cambios en el Ejecutivo y el partido.
Es
una necesidad imperiosa tras el resultado de las elecciones del domingo
impulsar el proyecto ideológico del centro-derecha.
En
el mismo sentido se pronunciaron ayer dirigentes como Juan Vicente Herrera,
presidente electo de Castilla y León, quien se plantea renunciar a la
investidura pese a rozar la mayoría absoluta; lo mismo hicieron los presidentes
electos de Valencia, Alberto Fabra; Baleares, José Ramón Bauzá, y Aragón, Luisa
Fernanda Rudi, quienes tras sus insuficientes victorias anunciaron su
disposición a abandonar sus puestos en el partido.
Sus
declaraciones, lejos de expresar ningún malestar ni crítica a la dirección, son
un sano ejercicio de responsabilidad política que revela que el PP es un
partido abierto, no un club cerrado como dibujan algunos.
Nada hay de extraordinario en el hecho de que
quienes no han recibido el apoyo mayoritario de la sociedad decidan ceder el
testigo. Es lo natural en democracia. De ahí a extender la idea de que los
resultados del domingo han roto la unidad en el seno del partido hay un trecho
muy largo.
Mariano Rajoy se enfrenta al reto de movilizar
a un sector muy amplio de antiguos votantes que, por diferentes razones, han
dado la espalda al PP.
Es
su obligación hacerlo, y para ello ABC sigue insistiendo en la necesidad de que
lo urgente es una crisis de Gobierno que impulse la acción del Ejecutivo en la
recta final de la legislatura.
Y,
en paralelo, urge remodelar las estructuras de un partido cuyos órganos
necesitan ser renovados para proyectar de manera más decidida y eficaz los
mensajes. Y no hay tiempo que perder.
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