En solo unos meses, el
Podemos griego ha abierto el corralito donde podría esfumarse la esperanza de
prosperidad helena. Los bancos han cerrado y la bolsa se ha clausurado. La
demagogia de la extrema izquierda suele conducir a la catástrofe. Grecia no puede
pagar lo que debe y, en lugar de aceptar las condiciones de quienes en Europa
pueden ayudar a la nación helena, ha adoptado una actitud de inaceptable
chulería convocando un referéndum que respalde las tropelías del mal pagador.
Destacados analistas internacionales
creen que el primer ministro Tsipras ha llegado a un acuerdo subterráneo con la
Rusia de Putin y con la China de las copiosas reservas en dólares. Eso
permitiría a Grecia abandonar la zona euro con las espaldas cubiertas,
modificando su política internacional, con la estratégica posición geográfica
que ocupa en oriente medio.
Estados Unidos ha
reaccionado de forma fulminante y ha exigido a Angela Merkel fórmulas que
mantengan a Grecia en la eurozona. La primera potencia del mundo no está dispuesta
a aceptar que se altere el complicado equilibrio en Oriente Medio,
comprometiendo aún más la situación de Israel.
Difícil vaticinar qué va a
ocurrir, porque incluso los servicios norteamericanos de inteligencia no
conocen con precisión los acuerdos de Tsipras en Moscú y Pekín, si es que los
hay, porque no se puede descartar que el Podemos griego esté jugando de farol,
a ver si los dirigentes europeos se arrugan y ceden.
En todo caso, el ciudadano
heleno se ha encontrado al comenzar la semana con Bancos y Bolsa cerrados y con
fuertes limitaciones para disponer de su propio dinero.
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