Pues no lo creo. En el entorno de Esperanza Aguirre se habla
abiertamente de que uno o dos de los concejales de Carmona pueden dar la
sorpresa. Existen reparos de fondo en contra de Manuela Carmena y se considera
un error encumbrarla. Por eso, algunos empiezan a temer que se repita la
historia y que un tamayazo eficazmente instrumentado permita a Esperanza
Aguirre aspirar de nuevo a la alcaldía madrileña.
El precedente es suculento. Desbordada Aguirre tras las elecciones de 2003 por una alianza de los partidos socialista y comunista, el trasvase de dos diputados -Eduardo Tamayo y María Teresa Sáez- le permitió dar la vuelta a la situación y convocar nuevas elecciones, que ganó. El mundo político madrileño no olvida aquella turbia jugada maestra y en el entorno de Carmena y Carmona se teme que pueda repetirse.
No lo pienso yo así. Las cosas han cambiado mucho y Esperanza Aguirre padece hoy un rechazo que no tenía en 2003. Por otra parte, los controles políticos son cada vez más estrictos. Intentar la pirueta del tamayazo tal vez terminaría en un batacazo sin paliativos.
Si Ciudadanos hubiera puesto discretamente en marcha el apoyo a Carmona, negociando un acuerdo con él al que, después, el PP sumara sus votos, sí habría podido triunfar una operación que desbancara a Carmena y convirtiera en alcalde al líder socialista. Pero Esperanza Aguirre se lanzó absurdamente al ruedo para presentar esa posibilidad como una generosa renuncia suya. El afán de protagonismo fragilizó una operación que exigía cautela y sutileza. Ahora a Aguirre le queda solo el tamayazo y eso tiene escasísimas probabilidades de ir adelante, aunque el voto sea secreto y cualquier concejal de Carmona pueda distorsionar la situación.
El precedente es suculento. Desbordada Aguirre tras las elecciones de 2003 por una alianza de los partidos socialista y comunista, el trasvase de dos diputados -Eduardo Tamayo y María Teresa Sáez- le permitió dar la vuelta a la situación y convocar nuevas elecciones, que ganó. El mundo político madrileño no olvida aquella turbia jugada maestra y en el entorno de Carmena y Carmona se teme que pueda repetirse.
No lo pienso yo así. Las cosas han cambiado mucho y Esperanza Aguirre padece hoy un rechazo que no tenía en 2003. Por otra parte, los controles políticos son cada vez más estrictos. Intentar la pirueta del tamayazo tal vez terminaría en un batacazo sin paliativos.
Si Ciudadanos hubiera puesto discretamente en marcha el apoyo a Carmona, negociando un acuerdo con él al que, después, el PP sumara sus votos, sí habría podido triunfar una operación que desbancara a Carmena y convirtiera en alcalde al líder socialista. Pero Esperanza Aguirre se lanzó absurdamente al ruedo para presentar esa posibilidad como una generosa renuncia suya. El afán de protagonismo fragilizó una operación que exigía cautela y sutileza. Ahora a Aguirre le queda solo el tamayazo y eso tiene escasísimas probabilidades de ir adelante, aunque el voto sea secreto y cualquier concejal de Carmona pueda distorsionar la situación.
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