Luis María ANSON
En el diario El Mundo
publicó Luis María Anson el artículo que por su repercusión en las redes
sociales reproducimos a continuación.
“Graznan los gansos del
Capitolio ante el templo bifronte de Moncloa. Pedro Arriola ha decidido asarlos
a las finas hierbas en lugar de escuchar sus advertencias. Ni él ni Mariano
Rajoy hicieron el menor caso hace unos meses a la crónica anunciada del
descalabro del 24-M, que ha convertido al PP en un partido apestado para un
ancho sector de la opinión pública.
En Ferraz, ante la
vehemencia de Pedro Sánchez para tocar poder al precio que sea, son muchos los
dirigentes históricos que graznan para alertar de lo que puede ocurrir, del
error grandioso que significaría confundir al adversario con el enemigo. Desde
1977, el centro izquierda, representado por el PSOE, ha tenido un rival
permanente: el partido que vertebra el centro derecha. Un rival, sí, un
adversario, pero no un enemigo. La prosperidad de España y la tranquilidad
política han descansado sobre el juego democrático de los dos grandes partidos,
que se han fustigado hasta la extenuación pero sin pretender la aniquilación
del otro. Esa fue la España que construyó Cánovas del Castillo, la Inglaterra
de Disraeli, la Alemania de Konrad Adenauer, la Francia de Charles de Gaulle,
la nación también que quiso Felipe González junto al Rey Juan Carlos. La
Transición encarriló a las dos Españas de Machado sobre las vías de la
concordia y la conciliación. Y ese espíritu fue respetado por Adolfo Suárez,
Leopoldo Calvo-Sotelo, Felipe González y José María Aznar. Solo José Luis
Rodríguez Zapatero pretendió quebrarlo, enviando al Partido Popular al
zaquizamí de la Historia y aliándose con el nacionalismo secesionista.
Pedro Sánchez, en su frenesí
por rascar poder, está a punto de confundir quién es el adversario del PSOE,
quién el enemigo. El error podría fragilizar el futuro del partido que lidera.
El enemigo del PSOE es Podemos; el adversario, el PP. Podemos pretende
sustituir como partido de referencia de la izquierda al PSOE y edificar un
sistema nuevo sobre las ruinas de la Transición. Arrojarse a las manos de
Podemos significa aceptar el abrazo del oso. Pablo Iglesias solo cederá a Pedro
Sánchez las migajas del poder hasta abrir el tiempo nuevo de unas fórmulas
constitucionales distintas y excluyentes.
La alarma ha saltado ya en
círculos muy cualificados del PSOE. Preocupan los aspavientos de Pedro Sánchez.
Lógico y positivo es que combata con decisión a un PP decadente. Arriesgado
parece a muchos que bordee el precipicio al que le ha arrastrado Podemos, cuyo
objetivo sustancial se centra en aniquilar al PSOE para sustituirlo como
referente de la izquierda española.
El adversario del PSOE es,
en efecto, el Partido Popular; el enemigo, Podemos. No tener clara esta idea
pedernal significaría cuartear el futuro. Pablo Iglesias, que es un hombre
culto y bien preparado, no un friki como dijo el gurú Pedro Arriola, se frota
la coleta de gusto ante el descomunal error que está a punto de cometer Pedro
Sánchez. A cambio de las escasas monedas de un poder menor, el PSOE está a
punto de comprometer su futuro como partido que representa a la izquierda
española. Eso no lo afirmo yo. Es lo que decía Pedro Sánchez hace un par de
meses: “Jamás pactaré con Podemos porque quiere convertir a España en
Venezuela”. Graznan de nuevo los gansos del Capitolio. Pedro Sánchez puede
negarse a escuchar sus voces de alerta. Pero cometería un error, un inmenso
error”.
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