miércoles, 28 de marzo de 2018

Alemania y España

Alemania y España

Hace unos años pregunté al embajador alemán si estaba al tanto del conflicto catalán

José María Carrascal

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Sabrán que el peor sitio donde Puigdemont podía ser detenido era Alemania, no por las «finidades electivas» de Goethe, sino por ser tan distintas España y Alemania que se complementan. Los interesados en política sabrán la verdadera causa: sus leyes penales son parecidas. Y ya los especialistas especificarán que nuestra Constitución del 78 se inspiró en la Grund Gesetz, la Ley Fundamental de la República Federal de Alemania, hasta el punto de que su Artículo 155, que desencadenó el presente terremoto, es una traducción casi literal del correspondiente en la alemana. Puedo ampliárselo.
Corría 1963 cuando el director del periódico para el que yo escribía desde Berlín fue invitado por el gobierno de Bonn a una gira por la entonces Alemania Occidental, y me pidió que le acompañara. En Hamburgo nos esperaba la entrevista con uno de los padres de su Carta Magna, un catedrático jubilado que, a lo largo de una comida, fue explicándonos los pasos que dieron para hallar una constitución adaptada a un país que había perdido dos guerras mundiales, remontándose incluso a las leyes de Solón en la Grecia clásica, aunque deteniéndose principalmente en la francesa y la norteamericana, sin olvidar la de su República de Weimar, pero para no cometer los mismos errores. «Se trataba, resumió, de garantizar los derechos fundamentales, evitando los excesos de la extrema izquierda y de la extrema derecha». Mi director me pidió que le preguntase qué entendía por democracia y la respuesta del profesor fue rápida y contundente: «Responsabilidad individual y colectiva». Algo que quedaría plasmado en la Ley Fundamental que ayudó a redactar, fuente de su Código Penal, cuyo artículo 81 castiga con penas de 10 años a cadena perpetua a «quien intente con violencia o bajo amenaza de violencia perjudicar la continuación de la existencia de la República Federal de Alemania o cambiar el orden constitucional». Conocido como «alta traición».
Hace unos años, el embajador alemán en Madrid invitó a excorresponsales en su país a entrevistar a un miembro de su Tribunal Constitucional, que venía a dar una conferencia. Le pregunté si estaba al tanto del conflicto catalán y sus deseos de convertirse en Estado independiente, miembro de la Unión Europea. Me respondió que sí, pero no iba a opinar sobre asuntos internos españoles. Pero podía decirme que «si una UE de 28 miembros es ya difícil de mantener, una de 50 es imposible». Fieles a ello, ese mismo tribunal dictaminó, el 02.01.2017, que Baviera no podía celebrar un referéndum de independencia al estar el poder constituyente en el pueblo alemán, no en los länder o estados federales.


Sobre todo ello, que al parecer no sabía, podrá meditar Puigdemont en su celda alemana. Para la Constitución española tendrá tiempo de sobra al regresar a España. En cuanto a sus seguidores, tendrán que andarse con cuidado al arengar a las masas, ya que la violencia en caso tan grave incluye amenazar con la misma, y pueden terminar acompañando a su expresi, si repiten sus errores.


José María CarrascalJosé María CarrascalArticulista de Opinión

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