lunes, 15 de febrero de 2016

Pablo Iglesias no ha ocultado nunca su ambición

VÍCTOR RUIZ DE ALMIRÓNMadrid - 14/02/2016h.
«Que algunas cosas empiecen a cambiar pasa también por la conquista de espacios de poder administrativo en todos los ámbitos», dijo en una de las primeras entrevistas tras su eclosión política tras las elecciones europeas de 2014.
Su concepción de que todo es posible desde los resortes del poder le convierte en algo más que un incómodo compañero de viaje en el rumbo que Pedro Sánchez ha emprendido en su objetivo de conformar un gobierno, cosa bien distinta a poder gobernar. La próxima semana Podemos presentará una oferta más concreta al PSOE. De momento, su propuesta ha consistido en «investirse» vicepresidente del Gobierno y plantear para sus hombres de confianza la obtención de los ministerios «estratégicos».
Lo que ya ambicionó en su despertar político: la conquista del poder administrativo. ¿Qué gobernará Pedro Sánchez? El líder del PSOE está atrapado en su impostura por presentarse como garante de los grandes acuerdos de Estado, en alianza con PP y Ciudadanos, a la vez que trabaja sin demora en articular un Gobierno que, con Iglesias al timón, convertiría esos retos en una misión imposible.
Sería además la primera vez que en democracia no ostenta el Gobierno de la nación la fuerza política más votada. La polarización social se ha hecho evidente, y el reto de un Sánchez presidente será gobernar para todos, alejando el sectarismo, y tratando de gestionar el desafecto de más de siete millones de españoles que habrán votado a un partido que ha ganado las elecciones y se ve confinado a la oposición.
Sánchez insiste en buscar una fórmula de gobierno con Podemos, cuando la realidad de las votaciones de su partido en el Parlamento Europeo y la posición en cuestiones nucleares le llevan a acercarse más al Partido Popular y a Ciudadanos. Los grandes acuerdos de Estado estarían en entredicho.

Estabilidad presupuestaria
Las autoridades comunitarias ya han advertido de que España tendrá que acometer un ajuste adicional en sus cuentas públicas para este año que podría superar los 8.000 millones de euros, en función de cómo cierre el déficit del año 2015, que se situará probablemente en torno al 4,8% del PIB, por encima del objetivo. Además, el límite para 2016 es cerrar el curso en el 2,8%, lo que obligaría al nuevo Gobierno a un ajuste global en el primer tramo de la legislatura de dos puntos del PIB, cerca de 20.000 millones de euros. Los planes de Podemos, que prevén introducción de importantes partidas de gasto, son incompatibles con el cumplimiento de los compromisos europeos. La única manera de paliar el ajuste es negociar con Bruselas una flexibilización de los plazos para cerrar el desfase presupuestario, algo en lo que coinciden PP, PSOE y Ciudadanos. La CE ha mostrado ya sus reparos, pero se confía en una negociación que dé resultados si España ofrece un plan de reformas en el que coincidan los tres partidos constitucionales.

Unidad de España
La manera que tienen en Podemos de entender España, como una nación de naciones, el pasado dubitativo del PSOE respecto a la cuestión territorial y la aquiescencia, por activa o por pasiva, que deberán tener los partidos independentistas en la investidura del candidato socialista no hacen presagiar un mensaje contundente respecto a la unidad de España y el respeto a la soberanía nacional.
Más aún, Podemos y sus confluencias territoriales siguen defendiendo la necesidad de la celebración de un referéndum en Cataluña. Aunque Sánchez ha reiterado que su apuesta es la reforma de la Constitución y no la celebración de una consulta, el pedigrí de estas formaciones no anticipa desde luego que un hipotético Gobierno de Sánchez e Iglesias pueda actuar unido respecto a esta cuestión. Como en la cuestión presupuestaria o en materia antiterrorista, Sánchez tendría a sus mejores aliados en PP y Ciudadanos y en la coalición de unidad que se niega a amparar.

El riesgo de otra crisis económica
Cuando la grave crisis económica empieza a dejarse atrás, sin que todas sus heridas hayan sido subsanadas, las dudas sobre la evolución de la economía en China, el frenazo emergente en Brasil y nuevas dudas sobre algunos de los bancos más importantes en Alemania, Francia e Italia amenazan al mundo con una nueva recesión. España afrontaría este escenario con el escenario laboral todavía renqueante, y con la promesa de volver a las legislaciones laborales que llevaron el desempleo a niveles históricos. Y si Podemos logra sus pretensiones, con Alberto Garzón al frente del área económica.

Lucha contra el terrorismo
La distancia y la rivalidad que ha presidido la relación entre PP y PSOE desde que Pedro Sánchez ocupó el puesto de mando en Ferraz encontraron en la lucha contra el terrorismo yihadista un oasis de entendimiento. Se trató del primer gran pacto de Estado en mucho tiempo entre las principales formaciones políticas, al que luego se sumó Ciudadanos y en el que Podemos solo ha querido participar como observador, negándose a rubricar el acuerdo. Un Gobierno PSOE-Podemos viviría en su mismo seno la división en una cuestión tan nuclear como la estrategia para combatir el terrorismo.

Gobernar sin unidad
Pero más allá de cuestiones concretas, el elemento más conflictivo será la gobernabilidad, el cúmulo de todas ellas. Las diferencias que PSOE y Podemos han demostrado son claves en cuestiones centrales, al menos si los socialistas mantienen sus posiciones y no vuelven a vicios pasados. Sería por tanto un Ejecutivo dividido a la hora de afrontar los grandes retos. Pero formado además por partidos (PSOE, Podemos e IU) que no gozan tampoco de unidad y cohesión interna como para que sus líderes sientan tras de sí un respaldo inquebrantable.

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